Hallados en cajas dentro de una iglesia en la ciudad húngara de Vác, y analizados en 2015, los huesos de más de 200 años pueden representar un hito en la ciencia
En 1994, una antigua iglesia dominicana de la ciudad húngara de Vác se llenó de investigadores. Al abrir unas misteriosas cajas en el interior del lugar sagrado, los expertos se quedaron estupefactos al descubrir los restos perfectamente conservados de 265 personas.
No se trataba de huesos comunes, sino de momias sorprendentes. Además, padecían una enfermedad que, para los muertos, solía resultar bastante misteriosa.
Muerte misteriosa
El llamado “bacilo de la tuberculosis” fue descubierto en 1882 por el investigador Robert Koch. La enfermedad es causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis y afecta principalmente a los pulmones, provocando tos prolongada, flema y fiebre. Sin embargo, en el siglo XVIII la gente desconocía su causa.
Un tercio de los individuos murieron por esta enfermedad sin que se supiera la causa exacta. Resulta que el 90% de las momias estaban afectadas por tuberculosis, aunque los pacientes no sabían cuándo enfermaron.
Y como los restos estaban en un excelente estado de conservación, esto permitió a los científicos hacer un descubrimiento muy importante para la ciencia: será posible comprender mejor la evolución de la enfermedad a lo largo de los siglos.
Una familia enferma
La tuberculosis afectó a toda una familia del siglo XVIII, lo que fue descubierto entre las momias de las cajas.
Eran los Hausmann: estaba el cadáver de la hermana mayor, Terézia Hausmann, que murió a la edad de 28 años, el 27 de diciembre de 1797; y también estaba la momia de la madre, cuyo nombre se desconocía; y la hermana menor, Barbara Hausmann, a quien Terézia cuidaba.
Los tres, sin embargo, murieron de tuberculosis. Teresita cuatro años después, después de cuidar y ver morir a su madre y a su hermana.
Pero lo que fue muy útil es que las muertes ocurrieron en un momento anterior al uso de antibióticos, lo que significa que las bacterias aún no habían sufrido mutaciones generadas por estos medicamentos.
Según informa la Revista Exame, la antropóloga Ildikó Szikossy, del Museo de Historia Natural de Hungría, consideró que el descubrimiento puede abrir “nuevos caminos de investigación médica, que pueden ser utilizados por la medicina moderna”.
En una entrevista, el especialista también contó que en aquella época existían varias cepas de la enfermedad, que coexistían al mismo tiempo. Al analizar el ADN de las momias, encontraron ramificaciones que se originaron en el Imperio Romano. Solo la momia de Terézia Hausmann, por ejemplo, tenía dos tipos diferentes de bacterias de tuberculosis.
El descubrimiento fue publicado en la revista científica Nature Communications. “Fue fascinante ver las similitudes entre las secuencias del genoma de la tuberculosis que recuperamos y el genoma de una cepa reciente en Alemania”, comentó en un comunicado Mark Pallen, profesor de Genómica Microbiana en la Escuela de Medicina de Warwick, Reino Unido.
Según Pallen, el estudio también puede ayudar a rastrear la evolución y la propagación de los microbios. También “reveló que algunas cepas [bacterianas] han estado circulando en Europa durante más de dos siglos”, afirmó el experto.
Momificación
Para comodidad de los investigadores, los cadáveres habían sido depositados en la iglesia húngara entre los años 1730 y 1838, de modo que permitía su conservación. Todo ocurrió porque, en la década de 1780, el rey José II prohibió los enterramientos en criptas religiosas, donde los muertos eran colocados unos sobre otros, sin separación, lo que estaba aumentando la contaminación en la región.
Sin embargo, los habitantes de Vác no respetaron la prohibición del monarca y, siguiendo la tradición cultural, acudieron a la iglesia húngara y depositaron allí los cuerpos de varios personajes importantes. Hasta que, en 1838, el lugar fue clausurado definitivamente.
La pequeña catedral quedó, entonces, en el olvido. Sin embargo, la temperatura del frío lugar, que oscila entre los 8 y los 11 grados, y su elevada humedad del 90%, permitieron un proceso de momificación natural.
También pudieron haber ayudado las astillas de madera colocadas en el fondo de los ataúdes, que absorbían los fluidos corporales, y los agentes antimicrobianos naturales de la resina de pino contenida en los ataúdes. De esta manera, los órganos internos estaban casi intactos, lo que permitió rastrear la bacteria de la tuberculosis.
Las momias fueron trasladadas al Museo de Historia Natural de Hungría. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, la enfermedad bacteriana que las mató todavía mata a 4.500 personas al día en el mundo, según datos de 2019.
La respuesta a nuevos tratamientos contra la tuberculosis puede estar en la paleomicrobiología, el fascinante estudio de cómo actuaban los microbios en el pasado.
Primera foto: Madre e hija encontradas en una iglesia en Vác, Hungría – Nota de prensa / Museo de Historia Natural de Hungría
Fuentes: Museo Húngaro de Historia Natural
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